sábado, 8 de febrero de 2014

MITOS Y REALIDADES. #110. Los refugiados.

MITO:
«Los palestinos que querían regresar a sus hogares no representaban ningún peligro para la seguridad de Israel».


REALIDAD
:
Cuando se hicieron planes para instaurar un Estado a principios de 1948, los líderes judíos de Palestina esperaban que la nueva nación incluyera una significativa población árabe. Desde la perspectiva israelí, a los refugiados se les había dado la oportunidad de quedarse en sus casas y entrar a formar parte del nuevo Estado. Aproximadamente 160.000 árabes eligieron hacerlo. Repatriar a los que habían huído sería, en las palabras del ministro de relaciones exteriores Moshé Sharett, un «disparate suicida».
    Moshé Sharett.

En el mundo árabe, los refugiados eran vistos como una quinta columna potencial dentro de Israel. Como lo expresaba un periódico libanés:

El regreso de los refugiados crearía una gran mayoría árabe que podría servir como el medio más efectivo de revivir el carácter árabe de Palestina, al tiempo de formar una poderosa quinta columna para el día de la venganza y el ajuste de cuentas.


Los árabes creían que el regreso de los refugiados garantizaría virtualmente la destrucción de Israel, un sentimiento expresado por el ministro de relaciones exteriores egipcio Muhammad Salh al-Din:

Es bien conocido y entendido que los árabes, al exigir el regreso de los refugiados a Palestina, quieren decir su regreso como dueños de la tierra patria y no como esclavos. Dicho con gran claridad, ellos significan la liquidación del Estado de Israel.

El problema de los refugiados se mantuvo sin cambios después de la guerra de Suez. De hecho, hasta la retórica seguía siendo la misma. En 1957, la Conferencia de Refugiados celebrada en Homs, Siria, aprobó una resolución que decía:

Cualquier discusión destinada a una solución del problema palestino que no se base en asegurar el derecho de los refugiados a aniquilar a Israel será considerada como una profanación del pueblo árabe y un acto de traición.

Puede trazarse un paralelo con la época de la revolución norteamericana, durante la cual muchos colonos que eran leales a Inglaterra huyeron al Canadá. Los británicos querían que la recién creada república les permitiera a los leales regresar a reclamar sus propiedades. Benjamin Franklin rechazó esta sugerencia en una carta a Richard Oswald, el negociador británico, fechada el 26 de noviembre de 1782:

Sus ministros exigen que deberíamos recibir de nuevo en nuestro seno a los a que han sido nuestros más acerbos enemigos y restaurar las propiedades a quienes han destruido las nuestras; ¡y esto mientras las heridas que nos han hecho están aún sangrantes!

   Benjamin Franklin.



     Fuente:
     Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.


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