lunes, 30 de junio de 2014

MITOS Y REALIDADES. #159. Las sublevaciones palestinas.

MITO:
«Israel perpetró una masacre en el campo de refugiados de Jenín en abril del 2002»


REALIDAD:
El secretario de Estado Colin Powell refutó concisamente las alegaciones palestinas de que Israel era culpable de atrocidades en Jenín. «No veo ninguna prueba que sostenga que tuvo lugar una masacre». La opinión de Powell fue luego confirmada por las Naciones Unidas, Human Rights Watch y una investigación de la Unión Europea.


Los palestinos alegaron en repetidas ocasiones que se había cometido una masacre en los días que siguieron a la batalla. El portavoz Saeb Erekat, por ejemplo, le dijo a CNN el 17 de abril que al menos 500 personas fueron masacradas y 1.600 personas, incluidas mujeres y niños, estaban desaparecidas.


Los palestinos rápidamente se desdijeron cuando se hizo evidente que no podrían presentar ninguna prueba para sostener tan grosera fabricación; su propio comité supervisor reportó un saldo de 56 muertos, de los cuales 34 eran combatientes. Ni mujeres ni niños se reportaron desaparecidos.

Israel no escogió arbitrariamente asaltar el campamento de refugiados en Jenín. Tenía pocas alternativas tras una serie de atentados suicidas había aterrorizado a civiles israelíes durante los últimos 18 meses. Para defenderse y suscitar alguna esperanza de paz, las fuerzas israelíes entraron en Jenín para desarraigar una de las principales bases terroristas.

En los propios documentos de la Autoridad Palestina le llaman a Jenín «la capital de los suicidas». El campamento tiene una larga historia como base de extremistas, y no menos de 28 de los ataques suicidas fueron lanzados desde esta guarida del terror durante la oleada de violencia que precedió a la acción israelí. Estos terroristas violaron el cese al fuego convenido por Israel y socavaron los esfuerzos israelíes de reanudar las negociaciones políticas en busca de un acuerdo de paz definitivo.

Los francotiradores palestinos les disparaban a los soldados desde una escuela de señoritas, una mezquita y un edificio de la UNRWA y, al ripostar el fuego y perseguir a los terroristas, algunos no combatientes eran alcanzados.

Cualquier baja civil es una tragedia, pero algunas resultaron inevitables porque los terroristas palestinos utilizaban a los civiles como escudos. La mayoría de las bajas fueron pistoleros.

Mientras Israel podría haber elegido bombardear todo el campamento, la estrategia empleada por Estados Unidos en Afganistán, las FDI escogieron deliberadamente un camino más ariesgado para reducir la probabilidad de poner en peligro la vida de los civiles. Los soldados fueron casa por casa y 23 de ellos resultaron muertos en encarnizado combate con terroristas palestinos que usaban bombas, granadas, bombas trampas y ametralladoras para convertir el campamento en una zona de guerra.

Las fotos de la televisión también dieron una perspectiva distorsionada de los destrozos en el campamento. La operación israelí se llevó a cabo en un área limitada del campamento de refugiados, que en sí mismo ocupa una pequeña fracción de la ciudad. La destrucción que sí tuvo lugar en el campamento fue causada en gran medida por las bombas palestinas.

Los palestinos han aprendido de su fabricación de atrocidades en el pasado que una falsa denuncia contra Israel consigue la inmediata atención de la prensa y atrae simpatía por su causa. Las correcciones que inevitablemente siguen a estas falsas denuncias rara vez se ven, se leen o se advierten.


Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.





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