lunes, 22 de septiembre de 2014

MITOS Y REALIDADES. #225. El proceso de paz.

MITO:
«Yasser Arafat rechazó las propuestas de Ehud Barak en Camp David y en la Casa Blanca en el 2000 porque no les ofrecían a los palestinos un estado viable. A Palestina le habría sido negada el agua, el control de sus lugares sagrados, y habría estado dividida en cantones rodeados por israelíes. Israel también habría conservado el control de Jerusalén y les habría negado a los refugiados el derecho a regresar».
 

REALIDAD:
El primer ministro israelí Ehud Barak ofreció retirarse del 95 por ciento de Cisjordania y del 100 por ciento de la Franja de Gaza. Además, convino en desmantelar 63 asentamientos aislados. A cambio del 5 por ciento de anexión de Cisjordania, Israel aumentaría la extensión del territorio de Gaza por aproximadamente un tercio.


 

Barak también hizo concesiones que anteriormente habrían sido inimaginables sobre Jerusalén, conviniendo en que los barrios árabes de Jerusalén Oriental se convertirían en la capital del nuevo estado. Los palestinos mantendrían el control de sus lugares sagrados y tendrían «soberanía religiosa» sobre el Monte del Templo.

Según Dennis Ross, el negociador de paz de EE.UU., Israel se ofreció a crear un Estado palestino que fuera contiguo, y no una serie de cantones. Incluso en el caso de la Franja de Gaza, que debe estar físicamente separada de Cisjordania a menos que Israel fuera a segmentarse, se concibió una solución por la cual una autopista conectaría las dos partes del Estado palestino sin puntos fronterizos o de interferencia israelíes.

La propuesta también abordaba el problema de los refugiados, garantizándoles el derecho de regresar al Estado palestino, y reparaciones tomadas de un fondo internacional de $30.000 millones que serían recaudados para compensarles.

Israel también convino en darles acceso a los palestinos al agua desalinada en su territorio para garantizarles el agua potable.

A Arafat se le pidió que conviniera en la soberanía israelí sobre las partes del Muro Occidental que eran religiosamente significativas para los judíos (es decir, no sobre la totalidad del Monte del Templo), y tres estaciones de alerta anticipada en el valle del Jordán, las cuales Israel retiraría después de seis años. Lo más importante, sin embargo, se esperaba que Arafat conviniera en que el conflicto se acababa con el fin de las negociaciones. Éste fue el punto que hizo saltar el trato. Arafat no estaba dispuesto a terminar el conflicto. «Para él terminar el conflicto es terminar consigo mismo», dijo Ross.


 

El punto de vista prevaleciente en las negociaciones de Camp David y la Casa Blanca —en que Israel ofreció generosas concesiones, y que Yasser Arafat rechazó para dar lugar a la intifada que comenzó en septiembre del 2000— se mantuvo por más de un año. Para contrarrestar la percepción de que Arafat era el obstáculo a la paz, los palestinos y sus partidarios comenzaron luego a sugerir una variedad de excusas por las cuales Arafat no aceptó una propuesta que habría establecido un Estado palestino. La verdad es que si los palestinos estaban insatisfechos con cualquier parte de la propuesta israelí, todo lo que tenían que hacer era ofrecer una contrapropuesta, algo que nunca hicieron.

En su última conversación con el presidente Clinton, Arafat le dijo al presidente que él era «un gran hombre». Clinton le respondió. «Al diablo lo que soy. Soy un colosal fracaso, gracias a usted».
     Fuente:
     Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.


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