viernes, 5 de septiembre de 2014

MITOS Y REALIDADES. #212. El proceso de paz.

MITO:
«Israel no ha reconocido los reclamos palestinos de Jerusalén».
 


REALIDAD:
Jerusalén nunca fue la capital de ninguna entidad árabe. Los palestinos no tienen ningún derecho especial a la ciudad, simplemente la exigen como su capital. Israel ha reconocido que la ciudad tiene una numerosa población palestina, que la ciudad es importante para los musulmanes y que hacer concesiones sobre la soberanía de la ciudad podría ayudar a resolver el conflicto con los palestinos. El problema ha sido que los palestinos no han mostrado ningún aprecio recíproco por la mayoría judía de la ciudad, la significación de Jerusalén para el pueblo judío o el hecho de que ya es la capital de la nación.

La Declaración de Principios israelí-palestina (DP) firmada en 1993 deja abierto el status de Jerusalén. El Artículo V dice tan sólo que Jerusalén es uno de los puntos a ser discutido en las negociaciones del status permanente.
 


Las minutas de la negociación también mencionan a Jerusalén, estipulando que la jurisdicción del Consejo Palestino no se extiende a la ciudad.

El primer ministro Yitzhak Rabín dijo que Jerusalén «no será incluida en ninguna esfera de las prerrogativas de cualquier organismo que dirija los asuntos palestinos en los territorios. Jerusalén seguirá estando bajo la soberanía israelí».

El acuerdo dice también que el status final se basará en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de las NU, ninguna de las cuales menciona a Jerusalén.
 


Salvo a avenirse a discutir el punto de Jerusalén durante el período de las negociaciones finales, Israel no concedió nada más tocante al status de la ciudad durante el período interino. Israel conserva el derecho de construir en cualquier parte que elija en Jerusalén y sigue ejerciendo su soberanía sobre la ciudad indivisa. Nada en los acuerdos que Israel y la Autoridad Palestina han concluido hasta ahora cambia esas condiciones.

Las dos partes convinieron en una autonomía interina para los palestinos, en la creación de una Autoridad Palestina, la elección de un Consejo Palestino y el reemplazamiento de las fuerzas militares israelíes que se encontraban en Cisjordania y Gaza. Sin embargo, Jerusalén fue específicamente excluida de todos estos acuerdos. Se decidió también que durante el período interino, el Consejo Palestino no tendría ninguna jurisdicción sobre los asuntos a determinar en las negociaciones sobre el status final, incluida Jerusalén. Se convino explícitamente que el gobierno de la Autoridad Palestina se extendería sólo sobre esas partes de Cisjordania y Gaza que fueran transferidas a su jurisdicción, a exclusión de esas áreas a discutir en las negociaciones sobre el status permanente, incluidos Jerusalén y los asentamientos israelíes.

«Cualquiera que renuncie a una sola pulgada de Jerusalén no es ni árabe ni musulmán»
                                                                                                                     Yasser Arafat
 

La abrumadora mayoría de los israelíes se opone a cualquier división de Jerusalén. Sin embargo, se han hecho esfuerzos para encontrar alguna fórmula que pudiera satisfacer los intereses palestinos. Por ejemplo, mientras el Partido Laborista estuvo en el poder bajo Yitzhak Rabín y Shimon Peres, el miembro del Knesset Yossi Beilin dijo haber alcanzado un acuerdo tentativo que les permitiría a los palestinos decir que la ciudad era su capital sin sacrificar la soberanía israelí sobre ella. La idea de Beilin les permitiría a los palestinos establecer su capital en Abu Dis, un suburbio cisjordano de Jerusalén.
 

El primer ministro Ehud Barak ofreció espectaculares concesiones que habrían permitido a los barrios árabes de Jerusalén Oriental convertirse en la capital de un Estado palestino, y a los palestinos controlar los lugares sagrados del Monte del Templo. Estas ideas se discutieron en la cumbre de la Casa Blanca en diciembre del 2000, pero fueron rechazadas por Yasser Arafat.

Las propuestas de Barak eran polémicas. Ceder la soberanía sobre el Monte del Templo colocaría potencialmente a árabes hostiles sobre las cabezas de los judíos que oran en su lugar más santo. Otros compromisos planteados que conllevaban una división de la soberanía de la Ciudad Vieja presentaban complicaciones prácticas creadas por la naturaleza laberíntica de la ciudad, y el entrelazamiento de los barrios musulmanes, judíos cristianos y armenios.

En febrero del 2001, Ariel Sharón se postuló para primer ministro contra Barak —y fue electo por abrumadora mayoría— en una plataforma que específicamente repudiaba las concesiones que Barak ofreciera sobre Jerusalén. El prospecto de un arreglo depende ahora en gran medida de si los palestinos reconocen los derechos judíos sobre Jerusalén y ofrecen sus propias concesiones.

«Insto a los musulmanes a lanzar una Yijad y a usar todas sus facultades para restaurar la Palestina musulmana y la santa mezquita de al-Aqsa de manos de los usurpadores y agresores sionistas. Los musulmanes deben unirse en confrontación con los judíos y con los que los apoyan».
                                                                                                                           El rey saudita Fahd
 


     Fuente:
     Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.


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