MITO:
«Israel fue responsable de la masacre de miles de inocentes refugiados palestinos en Sabra y Sbatila».
REALIDAD:
La milicia falangista cristiana del Líbano fue responsable de las masacres que ocurrieron en los campamentos de refugiados del área de Beirut del 16 al 17 de septiembre de 1982. Las tropas israelíes permitieron que los falangistas entraran en Sabra y Shatila para liquidar algunas células terroristas que se creía estaban localizadas allí. Se estimaba que podía haber hasta 200 hombres armados en los campamentos como resultado de los incontables bunkers construidos por la LOP a lo largo de los años, y repletos de generosas reservas de municiones.
Cuando los soldados de Israel les ordenaron a los falangistas que salieran, encontraron cientos de muertos (los cálculos van desde 460 según la policía libanesa, a entre 700 y 800 según la inteligencia israelí). Los muertos, según la cuenta de los libaneses, incluían 35 mujeres y niños. El resto eran hombres: palestinos, libaneses, paquistaníes, iraníes, sirios y argelinos. La matanza fue perpetrada para vengar los asesinatos del presidente libanés Bashir Gemayel y 25 de sus seguidores, muertos en un atentado dinamitero esa semana.
Israel le había permitido a la falange que entrara en los campamentos como porte de un plan de transferir la autoridad a los libaneses, y aceptó su responsabilidad por esa decisión. La Comisión investigativa Kahan, formada por el gobierno israelí en respuesta a la reacción pública de cólera y pesar, encontró que Israel era indirectamente responsable por no prever la posibilidad de violencia de la falange. Israel puso en práctica las recomendaciones del panel, incluido el despido del ministro de defensa Ariel Sharón y del general Raful Eitán, el jefe del Estado Mayor Conjunto.
Ariel Sharon. Raful Eitán.
La Comisión Kahan, declaró el ex secretario de estado Henry Kissinger «fue un gran tributo a la democracia israelí... Hay muy pocos gobiernos en el mundo que uno pueda imaginar que hagan una investigación pública de un episodio tan difícil y vergonzoso».
Recientemente, se han hecho esfuerzos en Bélgica para juzgar a Sharón por su papel en lo que sucedió en el Líbano. Sin embargo, la corte de apelaciones allí desestimó el caso. La campaña europea parece concebida para calumniar a Israel en general, y a Sharon en particular, y es particularmente odiosa dado que las propias instituciones judiciales democráticas de Israel ya abordaron esta tragedia.
Irónicamente, mientras 300.000 israelíes salían a protestar en Israel contra las matanzas, poca o ninguna reacción hubo en el mundo árabe. Fuera del mundo árabe, se produjo una protesta internacional contra Israel por las masacres. Los falangistas, que perpetraron el crimen, se libraron del peso de la condena.
En contraste, pocas voces se alzaron en mayo de 1985, cuando milicianos musulmanes atacaron los campos de refugiados palestinos en Shatila y Burjel Barajneh. Según funcionarios de NACIONES UNIDAS, hubo 635 muertos y 2.500 heridos. Durante una batalla de dos años entre la milicia chiita amal respaldada por los sirios y la OLP, se reportaron más de 2.000 personas muertas, entre ellas muchos civiles. No hubo ninguna protesta dirigida contra la OLP o los sirios y sus aliados por la matanza. La reacción internacional también enmudeció en octubre de 1990 cuando las fuerzas sirias invadieron áreas controladas por cristianos en el Líbano. En el encuentro que duró ocho horas, 700 cristianos fueron muertos -la peor batalla de la Guerra Civil de Líbano. Estas muertes se suman a las 95.000 muertes que se calcula habían ocurrido durante la guerra civil de Líbano de 1975 a 1982.
Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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