«Egipto hizo todas las concesiones por la paz».
Israel hizo concesiones tangibles a Egipto a cambio sólo de promesas. Israel (que había sido repetidamente el objetivo de bloqueos marítimos, asaltos militares y ataques terroristas desde el área), hizo muchísimos más grandes sacrificios económicos y estratégicos al entregar el Sinaí, de los que hizo Egipto al normalizar sus relaciones con Israel.
Si bien recibió ayuda adicional de EE.UU. por retirarse, Israel abandonó gran parte de su profundidad estratégica en el Sinaí, devolviéndole la zona a un vecino que la había usado en repetidas ocasiones para lanzar ataques en su contra.
Israel también renunció al control directo de sus líneas de navegación desde Eilat y hasta ese puerto, a 1.000 millas de carreteras, casas, fábricas, hoteles, instalaciones de salud y aldeas agrícolas.
Debido a que Egipto insistió en que los civiles judíos salieran del Sinaí, 7.000 israelíes fueron desarraigados de sus hogares y sus empresas, que habían dedicado años en construir en el desierto. Esto fue una experiencia traumática, particularmente para los residentes de Yamit, a quienes los soldados israelíes tuvieron que sacar de sus hogares a la fuerza.
Israel también perdió estaciones de alerta anticipada situadas en las alturas del Sinaí, que proporcionaban datos sobre movimientos militares en el lado occidental del canal de Suez, así como las áreas cercanas al Golfo de Suez y al Golfo de Eilat, que eran vitales para defenderse de un ataque desde el Este; Israel se vio obligado a reubicar más de 170 instalaciones militares, pistas de aterrizaje y bases militares después de que se retiró.
«Israel es un tumor maligno en la región. Debe ser extirpado. Debe ser erradicado». Ayatolá iraní Alí Jamenei.
Declaración al estado mayor de las fuerzas armadas, 31 de julio de 1991.
Al entregarle el Sinaí a Egipto, Israel pudo haber perdido su única oportunidad de convertirse en un país energéticamente independiente. El campo petrolero de Alma en el sur del Sinaí, descubierto y desarrollado por Israel, fue transferido a Egipto en noviembre de 1979. Cuando Israel cedió este yacimiento, se había convertido en la fuente de energía más grande del país, supliendo la mitad de sus necesidades energéticas. Israel, que calculaba el valor de las reservas no explotadas en el yacimiento de Alma en $100.000 millones, había proyectado que su continuo desarrollo haría al país autosuficiente en materia de energía para 1990.
Israel también convino en concluir el gobierno militar en Cisjordania y Gaza, retirar sus tropas de ciertas partes de los territorios y laborar hacia la autonomía palestina.
El gobierno de Begin hizo esto, aunque ningún árabe palestino dispuesto a reconocer a Israel salió a hablar en nombre de los residentes de los territorios.
En 1988, El Estado judío le entregó Taba —un balneario construido por Israel en lo que había sido un área desértica estéril cercana a Eilat— a Egipto. La situación de Taba no había quedado resuelta por los Acuerdos de Camp David. Cuando un grupo de arbitraje internacional falló a favor del Cairo el 29 de septiembre de 1988, Israel le entregó el pueblo a Egipto.
Fuente: Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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