domingo, 3 de noviembre de 2013

Bajo dominio islámico.


En los manuales de historia medieval hay una pregunta que se plantea sistemáticamente cuando se llega al tema de los judíos españoles: ¿vivieron mejor en los reinos del norte o en Al-Ándalus? ¿Con los cristianos o con los musulmanes? Respuesta rápida: con los musulmanes. Después se entra en matizaciones, pero incluso con estas casi todos los especialistas acuerdan que, si bien no hay que deslizarse por teorías simplistas sobre la “tolerancia”, la “convivencia armónica” y la “cooperación religiosa”, sí es cierto que la vida judía en ámbito islámico encontró buenas condiciones para su desarrollo. ¿Cuáles fueron las causas? De todas las que se podrían exponer, aquí se presentan cuatro.

1. El inicio de la relación fue bueno: los judíos agradecieron la llegada de los musulmanes. En las últimas décadas del reino visigodo la ortodoxia cristiana más radical se enfrentó a la disensión religiosa, y cualquier desviación, especialmente la mosaica, fue duramente reprimida. De hecho, la idea de “conversión o expulsión” no fue, ni mucho menos, un invento de los Reyes Católicos. Ya Sisebuto, en el siglo VII, la planteó, pero no se puso en práctica porque sus sucesores flexibilizaron esa política religiosa.

2. Los musulmanes ofrecían a los judíos así como a los cristianos- una seguridad jurídica que no encontraban en otros ámbitos. La dimma o pacto- se proponía a los integrantes de las religiones monoteístas en todos los territorios conquistados. Realmente no era algo propuesto, sino impuesto, pero para los judíos resultaba mucho mejor que lo que se encontraban en tierras cristianas, donde dependían de la coyuntura sociopolítica y de la voluntad del rey, que los consideraba propiedad personal y como tal los utilizaba. En Al-Ándalus las cosas estaban claras, las restricciones no celebrar el judaísmo de manera ostentosa, no construir nuevas sinagogas, llevar algún distintivo en la ropa, pago de un tributo especial- pero también los derechos autonomía jurídica para asuntos propios, libertad religiosa, respeto a la propiedad privada-. La dimma ofrecía cierta estabilidad, lo que en la Edad Media era lo máximo a lo que podían aspirar los miembros de una minoría.

3. A finales del siglo XI comenzó un fenómeno que convulsionó Europa durante varias centurias: las cruzadas. Si bien la idea primaria era el combate al islam, la espada divina amenazaba al resto de creencias y no eran buenos tiempos para moverse fuera del catolicismo. Así, muchas juderías europeas sufrieron la ira de los caballeros cruzados y sus huestes mientras marchaban a Jerusalén, lo que creó entre judíos y musulmanes una especie de sentimiento… no tanto de simpatía o solidaridad, pero sí de comprensión mutua.

4. Los judíos se arabizaron rápidamente. Aprendieron con facilidad el árabe y se integraron en la cultura dominante, lo que permitió su entrada en círculos laborales vedados para analfabetos y en campos como la ciencia y las artes andalusíes, hasta el punto de que hubo una generación la formada, entre otros, por Salomón ibn Gabirol, Mosé ibn Ezra y Yehuda Haleví- que puede calificarse como una de las más brillantes de la historia de la literatura hispana.
La situación empeoró en los siglos XII y XIII, con la llegada de las tribus norteafricanas ortodoxas almorávides y almohades-, pero en un análisis global de los ocho siglos de poder islámico en la Península el resultado es positivo. No hay que olvidar que, como en zona cristiana, los judíos constituyeron una minoría marginada, pero también que fue una buena época para el desarrollo de su vida cotidiana y sus grandes proyectos comunales. 

* El autor es Historiador y Profesor de Ciencias Sociales en Escuni (Universidad Complutente de Madrid)


31/10/2013 en AURORA DIGITAL.
 http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Mundo_Judio/54545/




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