jueves, 17 de octubre de 2013

Los israelíes descubren la judería de Aínsa.

A dos horas y media en coche, desde Barcelona, se encuentra la villa de Aínsa, en la comarca de Sobrarbe, que se corresponde con el antiguo Reino o Condado del mismo nombre surgido hace más de un milenio al norte de la provincia de Huesca.

Situada estratégicamente en la confluencia de los ríos Cinca y Ara, sobre un alto a 589 m. de altitud, desde dónde se domina todo el entorno. En un lugar privilegiado, entre el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara y el Parque Natural Posets-Maladeta, Aínsa es la encrucijada más importante de vías de comunicación de este sector pirenaico.

Como en todas las ciudades y pueblos que visitamos en Aragón, la sinagoga y las calles judías están dispuestas en una especie de triángulo, cerca de la “puerta trasera” (por lo general conduce por una colina muy empinada) de la ciudad.

En un total al norte del actual pueblo se encontró restos de pequeñas construcciones, sin estudiar todavía, con alguna muestra de cerámica romana. Pero, ante la falta de documentación, desconocemos la evolución histórica de Aínsa hasta 1124, cuando Alfonso I le otorga una Carta Puebla, con los mismos fueros que la ciudad de Jaca.

Con anterioridad, se data en el año 724 la leyenda de la Cruz de Sobrarbe: los cristianos que han huido del dominio musulmán se reúnen en Aínsa y acometen la reconquista. Las tropas cristianas, dirigidas por Garci-Ximeno consiguen ganar la batalla gracias a la aparición, sobre una carrasca, de una cruz luminosa, que les dio coraje para recuperar la ciudad. La victoria es conmemorada todavía en nuestros días con la fiesta bianual de “La Morisma”. La cruz sobre la carrasca es el símbolo del Sobrarbe y aparece en uno de los cuarteles del escudo de Aragón.

En los siglos XVII y XVIII se producirá un prolongado decaimiento de la villa, a excepción de su Colegiata que conseguirá más poder que en siglos anteriores, que se verá agravado puntualmente por la Guerra de Sucesión y las guerras carlistas.

Aínsa se mantiene así hasta la década de los cuarenta, en el siglo XX, en que recuperará su peso comercial en la comarca. Ahora, no en su casco antiguo, sino en el privilegiado enclave del cruce de carreteras, a los pies de la colina. Todo esto ha permitido que se haya mantenido tanto la autenticidad de las construcciones como la estructura de la villa medieval.

En el año 1965 el Casco Antiguo de Aínsa es declarado Conjunto Histórico-Artístico, aunque desde 1931 la parroquia y el castillo tenían categoría de Monumento Nacional, y una posterior restauración devuelve la belleza de la antigua Villa.

Su término municipal era muy menguado hace medio siglo aproximadamente, pero debido a la alarmante despoblación de la comarca, el Estado inició una política de fusión de municipios con objeto de concentrar esfuerzos. El actual municipio recibe el nombre de Aínsa-Sobrarbe, con una superficie de 285 Km2, uno de los más extensos del Alto Aragón, que reúne veintitrés pequeños núcleos de población. Los sectores del comercio y turismo son los que con más fuerza se desarrollan, aunque todavía existen explotaciones agrícolas y ganaderas.

Se trata del secreto más bien guardado de algunos israelíes que quieren disfrutar de experiencias diferentes, lejos del mundanal ruido y es aquí donde pueden satisfacer sus más diversos intereses. Reconozco que encontrar israelíes me sorprendió, lo que no me sorprendió fue su ruego: no lo comentes, no lo difundas, no digas nada... lo siento, creo que deben disfrutarlo muchos más israelíes.




Fuente: Prof. Andreu Lascorz y www.VilladeAinsa.com 
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Mundo_Judio/53263/


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