MITO:
<<Los británicos ayudaron a los palestinos a vivir pacíficamente con los judíos>>.
REALIDAD:
En 1921, Hal Amin el-Husseini comenzó a organizar por primera vez a los fedayines (<<los que se sacrifican>>) para aterrorizar a los judíos. Haj Amín esperaba duplicar el éxito de Kemal Ataturk en Turuía expulsando a los judíos de Palestina, del mismo modo que Kemal había echado a los griegos invasores de su país. Los árabes radicales pudieron adquirir influencia porque la administración británica no estuvo dispuesta a llevar a cabo una acción eficaz contra ellos hasta que finalmente se rebelaron contra el gobierno británico.
Hal Amin el-Husseini
El coronel Richard Meinertzhagen, ex-jefe de la ingeniería militar británica en El Cairo, y más tarde principal funcionario político para Palestina y Siria, escribió en su diario que los oficiales británicos <<se inclinan hacia la exclusión del sionismo en Palestina>>. De hecho, los británicos alentaron a los palestinos a atacar a los judíos. Según Meinertzhagen, el coronel Waters Taylor (asesor económico de la administración militar de Palestina del 1919 al 23) se reunió con Haj Amín unos pocos días antes de Pascua de Resurrección de 1920 y le dijo <<que él tenía una gran oportunidad en Pascua de mostrarle al mundo...que el sionismo era impopular no sólo con la administración palestina, sino en Whitehall, y si perturbaciones de suficiente violencia ocurrían en Jerusalén en Pascua, tanto el general Bols (jefe de gobierno en Palestina de 1919 al 20), como el general Allenby (comandante de la Fuerza Egipcia, de 1917 al 19 y luego Alto Comisionado de Egipto) propondrían el abandono del hogar judío. Waters Taylor explicó que la libertad sólo podría lograrse mediante la violencia>>.
Richard Meinertzhagen
Haj Amín aceptó el consejo del coronel e instigó una revuelta. Los británicos retiraron sus tropas y la policía judía en Jerusalén, dejando que la turba árabe atacara a los judíos y saqueara sus tiendas. Debido al abierto papel de Haj Amín en instigar el pogromo, los británicos decidieron arrestarlo. Haj Amín escapó, sin embargo, y fue sentenciado a los 10 años de prisión en ausencia.
Un año después, algunos arabistas británicos convencieron al Alto Comisionado Herbert Samuel a perdonar a Haj Amín y a nombrarle muftí. En contraste, Vladimir Jabotinsky y varios de sus seguidores, que habían formado una organiczación de defensa judía durante la revuelta, fueron sentenciados a 15 años de prisión. Samuel se reunió con Haj Amín el 11 de abril de 1921, y éste le aseguró <<que las influencias de su familia y las suyas serían dedicadas a la tranquilidad>>. Tres semanas después, las revueltas en Jaffa y en otras partes dejaron un saldo de 43 judíos muertos.
Haj Amín consolidó su poder y se apoderó de todos los fondos religiosos musulmanes de Palestina. Utilizó su autoridad para controlar las mezquitas, las escuelas y los tribunales. Ningún árabe podía alcanzar una posición influyente sin ser leal al mufti. Su poder era tan absoluto que <<ningún musulmán en Palestina podía nacer o mirir sin quedar obligado con Haj Amín>>. Los sicarios del muftí también garantizaban que él no tuviera ningún oposición, matando sistemáticamente a los palestinos de clanes rivales que contemplaban la cooperación con los judíos.
Como portavoz de los árabes palestinos, Haj Amín no pidió que Gran Bretaña les concediera la independencia. Por el contrario, en una carta a Churchill en 1921, él exigía que Palestina fuese reunida con Siria y Transjordania.
Los árabes descubrieron que crear disturbios era un instrumento político efectivo debido a la actitud y respuesta laxas de los británicos hacia la violencia contra los judíos. En el manejo de cada revuelta, los británicos hicieron todo lo que pudieron para evitar que los árabes los atacaran. Tras cada episodio, una comisión británica de investigación intentaría establecer la causa de la violencia. La conclusión era siempre la misma: los árabes temían ser desplazados por los judíos. Para detener la revuelta, las comisiones recomendarían que se pusieran restricciones a la inmigración judía. En consecuencia, los árabes llegaron a comprender que siempre podrían detener la afluencia de judíos escenificando un motín.
Este ciclo comenzó tras una serie de motines en mayo de 1921. Luego de no poder proteger a la comunidad judía de las turbas árabes, los británicos nombraron a la comisión Haycraft para investigar la causa de la violencia. Aunque el panel llegó a la conclusión de que los árabes habían sido los agresores, racionalizó la causa del ataque: <<la causa fundamental de los disturbios fue un sentimiento, entre los árabes, de descontento con los judíos y de hostilidad hacia ellos, debido a causas políticas y económicas, y relacionadas con la inmigración judía, y con su concepto de la política sionista...>>. Una consecuencia de la violencia fue la institución de una prohibición temporal a la inmigración judía.
El temor de los árabes a ser <<desplazados>> o <<dominados>> fue usado como una excusa para sus ataques inmisericordes contra pacíficos colonos judíos. Nótese también que estas revueltas no fueron inspiradas por un fervor nacionalista -los nacionalistas se habrían rebelado contra sus amos británicos- fueron motivadas por conflictos e incomprensiones raciales.
En 1929, los provocadores árabe tuvieron éxito en convencer a las masas de que los judíos tenían planes con el Monte del Templo (una táctica que se repetiría en numerosas ocasiones, la mas reciente de las cuales fue en el 2000 tras la visita de Ariel Sharón). Una observancia religiosa judía en el Muro Occidental (o Muro de los Lamentos), que forma parte del Monte del templo, sirvió para dar a un motín de árabes contra judíos, que se extendió más allá de Jerusalén a otros pueblos y aldeas, incluidas Safed y Hebrón.
De nuevo, el gobierno británico no hizo ningún esfuerzo por evitar la violencia y, después que comenzó, los británicos no hicieron nada para proteger a la población judía. Tras seis días de pandemónium, los británicos finalmente trajeron tropas para sofocar el disturbio. Para esa fecha, virtualmente toda la población judía de Hebrón había huido o había sido muerta. En total, 133 judíos fueron asesinados y 399 heridos en los pogromos.
Luego de que los disturbios se acabaran, los británicos ordenaron una investigación, que resultó en el Informe Oficial de Passfield, que dijo que <<la inmigración, la compra de tierras y las políticas de asentamiento de la Organización Sionista eran ya, o era probable que llegaran a ser , perjudiciales para los intereses árabes. Se sobreentiende que la obligación del Mandato para los no judíos significa que los recursos de Palestina deben reservarse fundamentalmente para el crecimiento de la economía árabe...>>. Esto, por supuesto, significaba que era necesario poner restricciones no sólo a la inmigración judía sino a las compras de tierra.
Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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