Hay gente, incluidos israelíes y palestinos, que es partidaria de crear un único Estado en la Palestina histórica que agrupe a los dos pueblos. En este sentido se manifiestan también numerosos intelectuales.
Esta idea es impracticable por muchos motivos, principalmente porque la meta del movimiento sionista es la de un Estado judío y democrático propio compartido con minorías étnicas que lo acepten como tal.
Además, hay un elevada población árabe cuyos veteranos no olvidaron las trágicas consecuencias de la guerra de 1948, y en estas circunstancias la convivencia en un Estado binacional sería imposible.
Donde reinan condiciones exageradas de nacionalismo y religión, es inasequible intentar practicar la democracia, y esto es exactamente lo que sucede aquí, donde no sólo hay un exceso de nacionalismo sino también de religión, y donde ambos elementos se manifiestan a sus anchas.
En esta situación, resulta más que paradójico que Israel siga expandiendo su presencia en Cisjordania, lo que en principio está en contradicción con la fórmula de dos Estados - que es la más razonable para intentar solucionar el conflicto - y la hace cada vez más inalcanzable.
El objetivo de esta expansión es quedarse con la mayor cantidad de territorios posible por si alguna vez se llegara un acuerdo aceptado por la mayoría de los israelíes.
El mantra de que ambas partes deben entenderse sí o sí debería sustituirse por cumplir, antes que nada, acuerdos internacionales firmados hace una década, pero la comunidad internacional, siempre metida en sus intereses, decidió mirar para otro lado.
La semana pasada, al conocer la nueva propuesta de paz de la Liga Árabe, Netanyahu afirmó en una reunión del Likud que Israel necesita llegar a un acuerdo con los palestinos que evite convertirnos en un Estado binacional.
Ciertamente el simple hecho de pensar que esa posibilidad podría ser viable - lo que determinaría el fin del movimiento sionista y del Estado hebreo - significa una barbaridad histórica.
Pero también es actualmente la única barbaridad histórica probable de que algún día la mayoría de los israelíes la entienda, la acepte y decida manifestarse a fin de exigir la creación de un Estado palestino independiente.
Mientras tanto, el accionar del Gobierno israelí junto a la cada vez más crítica situación en la región van demorando todo los procesos gracias también al tartamudeo, el consentimiento y los intereses privados de la comunidad internacional.
http://www.israelenlinea.com/magazine-de-semana/articulos/perlita-semanal/8266-
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